El fútbol a veces está escrito. Y el guión. El Real Madrid tenía que ganar al Legia y así fue. Los goles blancos cayeron por su propio peso. Son 400 partidos de Copa de Europa a sus espaldas, demasiado contra el equipo polaco y casi cualquiera. Bastó con un par de marchas y partido al bote que acabaron agitando entre Morata y Lucas. Y cinco goles.
No obstante, el Bernabéu comenzó con el susto en el cuerpo. Antes y después de la llegada de los ultras del Legia, 'gente' (faltan comillas) que sobra en el fútbol y en el mundo. Después con los primeros minutos de su equipo. El Madrid se pasó un buen rato tarareando el himno de la Champions. Tenía la cabeza en la luna. Hasta que apareció Bale. Al Madrid no se le puede perdonar. El Legia contó con un mano a mano que sacó Keylor e incluso con un disparo al palo. Pero lo siguiente que hizo fue sacar de centro.
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